Comenzaremos esta entrada con un texto esencial de Simone de Beauvoir, escrito en su obra El Segundo Sexo: esencial de Simone de Beauvoir, escrito en su obra El Segundo
Sexo:
"No se nace mujer, se llega a serlo". Recordemos esta frase. Es sin duda la más conocida de la filósofa porque resumen la mayor parte de su obra en tan pocas palabras. ¿Qué quiere decir con ella? Si la comprendemos literalmente, no tiene sentido, ¿verdad? Claro que se nace mujer, al fin y al cabo, nos podemos diferenciar de los hombres fácilmente.
Pero, ¿en qué nos diferenciamos de los hombres? Creo que lo primero que nos vendrá a la cabeza serán nuestras diferencias físicas. "Yo tengo pechos, el hombre no los tiene". Sin duda. Biológicamente hablando no cabe duda que tantos las mujeres como los otros poseen rasgos que los definen como sexo. Pero Simone de Beauvoir iba mucho más allá.
Aunque las mujeres nacen físicamente como mujeres, no nacen como mujeres personalmente hablando. No existen unas cualidades fijas que definan a la mujer como género. Es posible que existan ciertas tendencias debido a la genética, pero nada lo suficientemente importante como para alejarlas tan radicalmente de la personalidad del hombre. Por tanto, ¡no se nace mujer! Pero, ¿por qué Simone de Beauvoir escribió esta frase?
Simone de Beauvoir escribió esta sentencia porque, culturalmente, la mujer sí parecía haber nacido como "mujer". Pero, como mujer de aquella época. La mujer sentía tal como sentía, pensaba tal como pensaba y actuaba tal como actuaba porque desde muy pequeña la cultura en la que se veía inmersa le había dicho: sé así. Ni siquiera se le había obligado a serlo, directamente formaba parte de la normalidad. Se le había inculcado su rol. Esto es lo que llamamos el "eterno femenino". Este concepto, esencial en la obra de la autora, responde a la condición que ha poseído la mujer a lo largo de la historia y que, sin duda, ha asumido.
"Se llega a ser"; se llega a ser mujer. Confirmamos pues, según la autora, que no se nace con un "rol de mujer", sino con una cultura patriarcal que te lo impone. Pero Simone de Beauvoir no pierde la fe. Ya que no se nace mujer, ya que sólo es cultura, la mujer tiene la posibilidad, el derecho, la libertad, de llegar a serlo. Con llegar a serlo nos referimos a formar su propia identidad, a deshacerse del peso de las costumbres, los prejuicios y los estereotipos. La mujer es libre, como todo ser humano, y es dueña de sus propias elecciones, lo que le permite formarse como individuo, ya no como un "otro" distinto al hombre, sino como propio sujeto.
El concepto de eterno femenino posee cabida en nuestra actualidad. Aunque hemos avanzado hacia la igualdad, todavía siguen habiendo resquicios de eternos femeninos, de mujeres que interiorizan el papel que su cultura les ha inculcado. Hay muchos ejemplos que quizás observamos con más claridad en nuestras abuelas, uno de ellos es la afirmación de que la mujer "debe" cocinar para el marido, "debe" cuidar de los niños o "debe" limpiar la casa. ¿Qué nos responden ellas cuando les preguntamos "por qué"? "Porque es así, porque siempre ha sido así". Es importante que comprendamos el concepto y la necesidad de interiorizar en la frase analizada por Simone de Beauvoir: "No se nace mujer, se llega a serlo", para que rompamos con las barreras culturales y de una vez por fin, seamos, simplemente seamos; que podamos caernos, errar, levantarnos y mejorar, que tengamos libertad para ello. Pero, para ello, debemos asimilar que somos libres, que no somos una mera imagen creada. Como veremos en la siguientes entradas, esto no es tan sencillo como parece.
Quería acabar este punto con un precioso poema de Víctor Hugo que se titula "El hombre y la mujer":
El hombre es la más elevada de las criaturas.
La mujer es el más sublime de los ideales.
Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar.
El trono exalta; el altar santifica.
El hombre es el cerebro.
La mujer el corazón.
El cerebro fabrica la Luz; el corazón produce el Amor.
La Luz fecunda; el Amor resucita.
El hombre es fuerte por la razón.
La mujer es invencible por las lágrimas.
La razón convence; las lágrimas conmueven.
El hombre es capaz de todos los heroísmos.
La mujer de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece; el martirio sublimiza.
El hombre tiene la supremacía.
La mujer la preferencia.
La supremacía significa la fuerza; la preferencia representa el derecho.
El hombre es un genio.
La mujer un ángel.
El genio es inmensurable; el ángel indefinible.
La aspiración del hombre es la suprema gloria.
La aspiración de la mujer es la virtud extrema.
La gloria hace todo lo grande; la virtud hace todo lo divino.
El hombre es un código.
La mujer un evangelio.
El código corrige; el evangelio perfecciona.
El hombre piensa.
La mujer sueña.
Pensar es tener en el cráneo una larva; soñar es tener en la frente una aureola.
El hombre es un océano.
La mujer es un lago.
El océano tiene la perla que adorna; el lago la poesía que deslumbra.
El hombre es el águila que vuela.
La mujer es el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio. Cantar es conquistar el alma.
El hombre es un Templo.
La mujer es el Sagrario.
Ante el Templo nos descubrimos; ante el Sagrario nos arrodillamos.
En fin: el hombre está colocado donde termina la tierra.
La mujer donde comienza el cielo.
No resulta “precioso” en el contexto. Ese poema precisamente habla del eterno femenino con el que intentamos romper.
ResponderEliminarNo pienso ni siento igual Alejandra. Estás atentando contra vos misma si sólo pensas así. Vos sos todas las mujeres no sólo la que te gusta o te gustaría solo ser. No seas desagradecida con el tiempo, largo tiempo, ni con la Naturaleza tu herencia y tu poder, esperando que veas y seas una mujer, la gran mujer.
EliminarA qué se refiere el "si sólo piensas así"? Lo que Alejandra hace es solo constatar un hecho: el poema de Víctor Hugo habla del eterno femenino. En todo caso, en un momento de la historia en que ya "lo femenino" estaba estaba bien domesticado.
Eliminaracuerdo con alejandra y con mmagú. el eterno femenino. de hecho el hombre es lo heroico y la mujer lo q resta. el hombre a la guerra, la mujer al amor. el hombre a lo social y la mujer a ser relegada al ámbito privado del hombre. sólo romantisa las diferencias culturales impuestas. no es precioso, es sentencioso.
EliminarConcuerdo con Alejandra. El poema encuadra a la mujer en ese eterno femenino. Para decirlo más claro: yo quiero ser el cerebro, la razón, la mujer capaz de muchos heroísmos, ser la genio no el ángel, convencer con argumentos y no con lágrimas, quiero soñar y quiero pensar. El sentimiento no sólo le pertenece a la mujer y la razón no sólo al hombre. Quiero ser libre de elegir si aspirar a la extrema virtud o a la extrema gloria.
ResponderEliminarLe pongo la firma a lo expresado por Unknowm. El pobre Víctor Hugo, hijo de su tiempo, cayó en la trampa del eterno femenino patriarcalista. No le dio el cacumen para cuestionar. Hoy lo haría, estoy segura. La fuerza del movimiento feminista y sus razones, convenceríal gram literato, creador de LOS MISERABLES.
EliminarLa mujer piensa igual o mejor y actúa como el hombre según el contexto.y se diferencian solo en el dimorfismo físico y en la forma de sentir los orgasmos
EliminarEl poema es precioso
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